A pesar de esa hegemonía cultural gestada desde el poder de un modesto servidor con micrófono en mano, atolondrados de sentidos (sobre todo el auditivo) la escuela pública da algunos indicios de repunte ¿Mutación? La respuesta estaría en ver si ese desmadre hubiera sido posible sin la irrupción de los jerarcas de la pantalla hace algunos años.
Al menos desde la política, la educación no parece ser una cuestión de marketing y desde el Min. De Educación de La Nación se propició la distribución de más de cuatro millones de ejemplares de “Libros de Lectura del Bicentenario” con la vida de los próceres que escribieron historia del país. Bienvenido sean las proyecciones de películas como Belgrano y la más reciente de San Martin. Nada de cipayos, no se necesitan voceros del imperio. Ya tenemos bastantes en la tv que nos alimenta.
Que la educación (literalmente) aparezca en los medios es algo atípico, sobre todo con un producto como Paka-paka, donde los chiquit@s son sujetos de derecho y además de su entretenimiento lógico tiene subyacente una didáctica. Con otros modelos de ser chico y otros modelos de belleza. Están todos sin importar el color de piel en una relación de igualdad (bien aggiornado), echando por tierra ese prototipo de Cris Morena con los tinenyel donde son todos rubiecitos, si es con ojos celestes, mejor aún. Pero los monarcas del cable, supraestatales ellos, no quieren compartir. “Solo se prohíbe algo que se teme” dijo Vargas Llosa.
Que en la curricula se implemente el estudio de los escraches, manifestaciones y pintadas callejeras como distintas modalidades de participación socio-política con la intención de formar ciudadanos. Lo curioso (o no tanto) es que algunos crispados (con sus más de 240 replicas) salieron a polemizar la cuestión vociferando que se hacía apología del escrache, subestimando la capacidad de pensamiento de los pibes ¿Alguien se armó una milicia y atacó salvajemente a otros, por haber estudiado las guerras históricas en la escuela? La carta ganadora es la inteligencia en acción que persuade mucho más que la intimidación publicitaria.
También suman algunos proyectos que pretenden erradicar la discriminación, algo bastante complejo que está muy impregnado en nuestra sociedad. Con algunos ejes actuales como el matrimonio igualitario y el 12 de octubre como “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. Otras cosas, sin ir más lejos, la transmisión por todos los canales La Feria del Libro (al margen de Vargas Llosa y la libertad bla bla bla). Que a los pueblos originarios se les dé la oportunidad de estar incluidos tecnológicamente con netbooks. Hay cosas positivas.
Ni hablar de las medidas tomadas concernientes a la Guerra de Malvinas del último año. Que todos los 2 de abril se lea en las escuelas la carta Julio Cao escribió a sus alumnos cuando peleaba en las islas. Algo tan sutil como la modificación de una simple palabra, la de “veterano” por “héroe” y que las aulas lleven el nombre de un ex combatiente. Hechos muy destacables.
La revolución cultural se está dando, y está claro que se gana en la calle, en nuestra cotidianeidad no en las redacciones derramando ríos de tinta.
Al menos desde la política, la educación no parece ser una cuestión de marketing y desde el Min. De Educación de La Nación se propició la distribución de más de cuatro millones de ejemplares de “Libros de Lectura del Bicentenario” con la vida de los próceres que escribieron historia del país. Bienvenido sean las proyecciones de películas como Belgrano y la más reciente de San Martin. Nada de cipayos, no se necesitan voceros del imperio. Ya tenemos bastantes en la tv que nos alimenta.
Que la educación (literalmente) aparezca en los medios es algo atípico, sobre todo con un producto como Paka-paka, donde los chiquit@s son sujetos de derecho y además de su entretenimiento lógico tiene subyacente una didáctica. Con otros modelos de ser chico y otros modelos de belleza. Están todos sin importar el color de piel en una relación de igualdad (bien aggiornado), echando por tierra ese prototipo de Cris Morena con los tinenyel donde son todos rubiecitos, si es con ojos celestes, mejor aún. Pero los monarcas del cable, supraestatales ellos, no quieren compartir. “Solo se prohíbe algo que se teme” dijo Vargas Llosa.
Que en la curricula se implemente el estudio de los escraches, manifestaciones y pintadas callejeras como distintas modalidades de participación socio-política con la intención de formar ciudadanos. Lo curioso (o no tanto) es que algunos crispados (con sus más de 240 replicas) salieron a polemizar la cuestión vociferando que se hacía apología del escrache, subestimando la capacidad de pensamiento de los pibes ¿Alguien se armó una milicia y atacó salvajemente a otros, por haber estudiado las guerras históricas en la escuela? La carta ganadora es la inteligencia en acción que persuade mucho más que la intimidación publicitaria.
También suman algunos proyectos que pretenden erradicar la discriminación, algo bastante complejo que está muy impregnado en nuestra sociedad. Con algunos ejes actuales como el matrimonio igualitario y el 12 de octubre como “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. Otras cosas, sin ir más lejos, la transmisión por todos los canales La Feria del Libro (al margen de Vargas Llosa y la libertad bla bla bla). Que a los pueblos originarios se les dé la oportunidad de estar incluidos tecnológicamente con netbooks. Hay cosas positivas.
Ni hablar de las medidas tomadas concernientes a la Guerra de Malvinas del último año. Que todos los 2 de abril se lea en las escuelas la carta Julio Cao escribió a sus alumnos cuando peleaba en las islas. Algo tan sutil como la modificación de una simple palabra, la de “veterano” por “héroe” y que las aulas lleven el nombre de un ex combatiente. Hechos muy destacables.
La revolución cultural se está dando, y está claro que se gana en la calle, en nuestra cotidianeidad no en las redacciones derramando ríos de tinta.