jueves, 21 de julio de 2011

Revolucionando el pensamiento

Algunas de esas palabras históricas prohibidas en algún momento y con mala prensa (que hoy siguen apareciendo) en otros, “peronismo”, “la izquierda”, “montoneros”. Marcaron el pensamiento del “zurdaje” como una cultura de moda y no como una necesidad contragemonica (si se quiere) al dominio cultural y simbólico de la derecha (y sus medios), que convirtió al olvido en interés nacional durante mucho tiempo. En un nuevo contexto, surgieron productos emergentes de esa asfixia hegemónica, que manejo subjetividades personales y dictamino conductas, en pos de “su verdad” como única verdad posible. Y esos productos molestan, que esa erupción mediática genere conciencia ciudadana y movilizaciones (de pensamiento también). Ahora (y desde 2007 en adelante) empiezan a jaquear su status informativo. Ese por el cual, creíamos que estaba bien desabastecer a la gente de  alimentos básicos, porque se iba detrás de “un reclamo histórico”. Claro detrás había negocios solapados, donde las partes manejaban ese papel tan deseado con valor simbólico- comercial de intercambio monetario al servicio de los individualismos personales, es un bien preciado.  En un país (y un mundo) que vivió domesticado por la corporación de irrealidades. Con un postgrado en manipulación. De ellos, los dueños del discurso, que ante la aparición de voces que quieren un pedazo de la verdad, empieza a ponerse nerviosos y recurrir a la industria de la mentira, donde fabrican noticias de todos los colores. Todavía adquiridas por muchos, que no reniego de su “desinformación” (tendrán sus convicciones seguramente), pero sí de la idea,  esa de no romper con lo establecido, ante su necesidad de encontrar alguien “inferior” a quien presumirle su presunta superioridad (cultural, económica, social, etcétera). Si todos fuéramos pudientes, no tendría sentido, no habría nadie inferior. Una inofensiva palabra que genera miedo: igualdad. En algún post anterior explicite un poco estas cuestiones.

     ¿Alguna vez nos preguntamos que es la “opinión pública”? o ¿Por qué si un desocupado corta la calle es un vago o un violento que no quiere trabajar (ejemplo los indignados españoles), pero si lo hace una señora de Barrio Norte (esas que se juntan a tomar el té) es una ciudadana exigiendo un cambio político?  Entre otras cosas la “opinión pública” nos ha enseñado que enemigo de todos es aquel de tez oscura que mayormente se radica en una villa y que usa una visera. Siempre hubo la necesidad de encontrar un enemigo, otrora fueron los “cabecitas negras”. Pero ella, fue muy didáctica, también nos marco que el camino del éxito es el dinero. Todos deseamos ser un Ricky Fort presuntamente. Lo bueno, al menos por estos tiempos, es que la opinión pública va en contramano del pensamiento Nac & Pop (por ponerle algún término).

    Así se vio mucho tiempo, como los comunicadores (los que no dependen de nadie sobre todo)  convocaban personas (como si fuera un casting de Tinelli) y auspiciaban los reclamos “de la gente”. Verdaderos promotores de la violencia, que después en la sentencia (televisada) dictaban una condena social de la cual no se volvía. Además, la palabra gente: ese colectivo vacio que dice todo pero que a la vez no dice nada ¿Quién es la gente? Yo solo, ya soy gente. Las afirmaciones de que “la gente quiere esto” y “reclama aquello”, carecen de peso propio. Que se diga de donde es esa “gente”. ¿De los suburbios? ¿Del micro centro? ¿Clase alta, media, baja? Y algo no menor, que el hecho que merece ser contado no sea la consecuencia (el  supuesto caos vehicular), sino la causa que produce el reclamo.
Una carta de triunfo es la inteligencia en acción. La inteligencia en acción persuade mucho más que la intimidación publicitaria dijo alguna vez A. Dolina.




  El sabio no dice nunca todo lo que piensa,

 
pero siempre piensa todo lo que dice.
 

lunes, 11 de julio de 2011

Punto aparte

     Generalmente, los representantes políticos (llámense nacionales, municipales, distritales, provinciales, comunales, etcétera) suelen ser la cara política del espacio geográfico que representan, por mas reproches e incriminaciones que puedan aparecer de los aspirantes perdedores a los “sillones”. A veces el exceso de confianza de los retadores suele repercutir negativamente, sobre todo cuando se encuentran con  resultados, que les son inesperados, y si se quiere sorpresivo. La precaución raramente se equivoca, y la autocritica (que no existe) debería recaer en eso. Algo no se comunico bien y se armo casi sobre la hora (un mes antes como mucho). El trabajo debe ser claro y no escudarse en que la gente “que quiere un cambio”. Porque el resultado marco, que el cambio solo era el eslogan porque se prorroga el “no cambio” por cuatros años más.  Una campaña colorida, bien pensada (no con el diario del lunes) que te da la bienvenida y que enarbola la bandera de la felicidad, suele ser muy tentadora para todas las ideologías habidas y por haber. Todas  quieren, todas la buscan la felicidad. Esa quizás, puede ser la clave para entender el fenómeno que se monta en la despolitización de la política, y que cuando roza el apuro y la interpelación, asoma apenas, el tema pero no el contenido. Con frases celebres (vaciadas de sentido) y música amena. Con amigos y socios al servicio de la comunicación independiente, que en su casa televisiva lo tutean, que lo llaman por el nombre y no por el apellido, como a los demás. Evidencias de la amistad. Y sumado a una grafica con fotos, donde EL elegido, se lo ve sonriente, y los otros competidores con cara de preocupación o seriedad implícita. Ahora los titulares festivos y la magnificación del hecho, harán repensar el papel de muchos bocones que aseguraron “un cambio” que no paso y que seguramente no pasara. Algún presidente yankee, que en tiempos de bonanza de Wall Street, basaba su eslogan con “la prosperidad esta a la vuelta  de la esquina”, termino ganando. A los distraídos políticos, muchas veces la simpatía suele caerle muy bien a la hora meterse en la oscuridad del cuarto.  Y algunos fluctuaciones en una personalidad acérrimamente anti y ahora una personalidad amigable con la otrora “señora de acá enfrente”, puede dejar evidencia que no hace falta muchas ideas, sino un hábil publicista extranjero, que rinde mas. Sin embargo, ¿Eso significa subestimar “el voto de la gente”? Las respuestas pueden ser muchas, pero en Capital Federal no votan los salteños que supuestamente al ser pobres “su voto no es bueno”. A lo mejor la barricada informativa, sirve como defensa de algunas verdades, que ante el despabilo de algunos (insuficiente al final), logro aumentar el porcentaje electoral de los oponentes en algunos numeritos comparado con el último intento. A veces la fortuna (no monetaria) de no vivir con esas 2 millones de personas, puede abrir el panorama visual. Esto para nada, genera ser partidario de la ideología que lleva como símbolo, una sola letra consonante (que adolecen en demasiadas cuestiones por mas propaganda “para todos” que haya, aunque no tengan autocrítica y que no se le “hace el juego” a la derecha por decirlo, como ellos quieren dar a entender a veces con muchos de sus bocones que inconscientemente perjudican lo que dicen defender). No se trata solo de un nombre propio vencedor. Sino que son muchos los que no votarían (y en primera persona) jamás por el rencor travestido en conveniencia, por la persecución (literal en una sigla con cuatro letras) disfrazada de solución, por un compañero de trabajo extranjero como síntoma del “no racismo”, por el prejuicio vestido de crítica. El mundo continúa, a pesar de la alegría pasajera de los vencedores y sus medios, hay un dicho que dice: podrás ganar una batalla pero no la guerra.